Mujeres de ojos grandes

(Ángeles Mastretta)

En el único trance difícil ella había seguido el consejo de su madre: cerrar los ojos y decir un Ave María. En realidad, varias Avesmarías, porque a veces su inmoral marido podía tardar diez misterios del rosario…”

En esta colección de relatos, Ángeles Mastretta logra retratar a la sociedad burguesa de Puebla, una provincia de México, de principios del siglo XX, una sociedad ocupada en que las jóvenes aprendieran a cantar, a tejer, a bordar, a escribir cartas en hermosa caligrafía y a ser buenas amas de casa, esposas sin opinión y mujeres de pocas palabras. Mujeres dispuestas a tolerar el control de marido, sus infidelidades e incluso el maltrato.

En Puebla la gente puede llegar a querer con más fuerza que en otras partes, sólo que se toma su tiempo.”

En este mundo, Mastretta, logra rescatar a más de una treintena de entrañables “tías”, logrando de inmediato la empatía entre esas mujeres de ojos grandes y el lector. Sus personajes son mujeres que destacan por ir más allá de lo que la sociedad les impone; son en su mayoría, soñadoras, valientes, románticas, apasionadas, feministas muchas, pero todas rompiendo el estigma de la mujer de la pre y post Revolución Mexicana.

Cada luna es distinta. Cada luna tiene su propia historia. Dichosos quienes pueden olvidar su mejor luna.”

Encontramos historias como el despertar de la tía Leonor, una historia de familia muy cercana o la historia del ánimo de la tía Elena ante la adversidad de haberlo perdido todo en la Revolución. Nos presentan a la tía Charo, popular por sus palabras entre civiles e incluso el clero. Hay letras deliciosas como las que nos relatan la historia de la tía Valeria que tiene un nuevo amante cada noche.

Hubiera querido tocar el piano con Chopin y que alguien como Chopin la tocará como si fuera un piano.”

Hay relatos como el de la cadencia de la tía Fernanda—que nos harán pensar en la misma que todas las mujeres experimentamos en algún momento de nuestras vidas— que se entrelazan con otros como con el de la locura de la tía Carmen—pero que aviente la primera piedra la que no se haya sentido enloquecer en algún momento de la vida. 

Cuando el dueño de la cadencia tuvo a bien desaparecer, la sobredosis de confusión estuvo a punto de matarla. Un buen día, el señor entró en la curva del desapego y pasó como vértigo de la adicción al desencanto, de la necesidad al abandono, de conocerla como la palma de su mano a olvidarla como la palma de su mano.”

Pero también hay historias de mujeres que se atreven a todo, incluso a dejar a maridos maltratadores, como la tía Chila o a salir adelante solas como la tía Pilar o la tía Elvira que resultó mejor para los negocios que su padre. Y está la maravillosa historia de tía Cristina, quien cruzó el mar para vivir en Valladolid con un marido al que nadie conoció y que ella solo vio por un momento en una joyería.

No cayeron sobre ella las penas de ser una solterona y espantó las otras con su piano desafinado y su voz ardiente.”

Hay historias como las de la tía Mariana que dedicaba media hora al día a planear el menú, pero que también encontraba tiempo para ir a comprar quesos a Chipilo, un pueblo cercano, una vez por semana; y como la de la tía Teresa, ¡una de las cinco mujeres que manejaban un auto en Puebla!

Cuando lo imposible se quiere volver rutina, hay que dejarlo.”

Los relatos nos llevan a conocer la historia de mi favorita, la tía Daniela, una mujer tan inteligente que los hombres se mantenían alejados de ella, a pesar de su belleza y que casi pierde la vida al enamorarse de uno.

La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota.” 

Está la historia de la tía Celia quien dijo un día que había dejado de extrañar al que fuera el amor de su vida “señalándose primero el corazón de arriba y después el de abajo”. Y hay historias como las de la tía Magdalena quien después de leer una carta se pone a brincar la cuerda con su hija, para el deleite de su marido.

Nadie entendió nunca por qué ella no se estaba quieta más de cinco minutos. Tenía que moverse porque de otro modo se le encimaban las fantasías.”

Pero también hay historias del gran amor entre hermanas como el de la tía Marcela y la tía Jacinta, de solidaridad entre mujeres como la tía Fernanda y la tía Carmen o como la tía Élidé que regresó a la tía Daniela a la vida. 

No llevaba más equipaje que el futuro y la temprana certidumbre de que el más cabal de los hombres tiene un tornillo flojo.”

Este es un libro para disfrutar de los relatos de uno en uno o en una tarde. Es una obra para reír, para llorar, para recordar esos amores que tuvimos, que tenemos, que tendremos y los que se nos escaparon de entre las manos; esos que tanto nos duelen y aquellos que aún nos hacen reír o soñar. 

No arruines el presente lamentándote por el pasado ni preocupándote por el futuro.”

Y tú ¿qué tía eres?

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