Lección de anatomía (Cuento)*

Atrapado en la cajuela de mi auto, maniatado y amordazado, escuchaba a los dos orangutanes que me habían secuestrado en la puerta de mi casa. Sabía a qué iban y quién los había enviado. Eran los matones de Vinny, el prestamista. Mi deuda con él había alcanzado ya las seis cifras. Yo mismo había planeado mi desaparición, justo esa misma noche, pero los sicarios se me adelantaron y ahora solo quedaba esperar cuál de los dos ganaba la discusión en la que se habían enfrascado.

Su jefe les había ordenado cortarme la yugular y dejar mi cuerpo, sin identificaciones, en un callejón donde constantemente aparecían las víctimas de una conocida y sanguinaria banda de ladrones de autos. No tenía escapatoria, las dos bestias eran asesinos implacables, pero había un pequeño problema…ninguno de los dos sabía dónde se ubicaba la yugular.

—Te digo que está en el cuello—decía el más grande.

—No. Está en el brazo—replicó el más bobo y quien curiosamente llevaba la voz cantante, mientras me quitaba la mordaza al notar que yo trataba de decirles algo.

—Caballeros. No hay necesidad de que discutan. Como ustedes saben, soy médico y puedo ayudarles. La yugular se ubica en la base del dedo medio del pie derecho—expresé. El más grande no perdió el tiempo, me quitó el zapato y de un tajo cercenó mi dedo medio. Acto seguido me dispuse a interpretar mi muerte, lo cual no fue difícil considerando la cantidad de sangre que salía de mi pie. Eso fue suficiente para convencerlos; subieron al auto y se marcharon. En cuanto se perdieron de vista, me hice un torniquete con mi pañuelo para controlar la hemorragia, me calcé el zapato y me fui a casa. Empaqué mi pasaporte falso junto con el dinero de Vinny y partí al aeropuerto, donde cambié mi vuelo a Ibiza, por uno a Suiza donde se usa calzado cerrado los 365 días del año.

*Ejercicio de escritura creativa en Taller de Creación Literaria. Gracias, maestro Óscar de la Borbolla por ayudarme a definir el título.