Había una vez…
Cenicienta estaba sorprendida. Frente a ella, el príncipe azul la miraba con ternura, pero la zapatilla de cristal que estaba en sus manos no era de su medida. ¡No es posible!, pensó ella, sin poder exclamar palabra de la impresión.
Observó como una dama cuyo rostro le era familiar, se sentaba frente al principe para probar su suerte. Cuál sería la sorpresa de todos al ver que era perfecta para ella. El príncipe tomó la mano de la mujer y salieron juntos al balcón de palacio.
Cenicienta no podía creerlo. ¿Quién era esa desconocida que había robado su final feliz? Lo supo en el momento en que la mujer pasó junto a ella del brazo del joven monarca, dejando un leve rastro de polvo mágico detrás de ella.
El hada madrina se había hartado de los cuentos y estaba lista para vivir su propia historia.
…y vivieron felices para siempre. Fin.
Conjurando Letras 
Bravo. Alimentamos a los hijos, desde pequeños, con historias tan inverosímiles, que creamos expectativas utópicas, en muchos aspectos. Contar cuentos, está bien. Es divertido. Pero, a la vez, hay que hacerles ver que da igual ser principe o princesa, lo ideal, es ser como es cada uno, aceptarlo y disfrutarlo. Gracias.
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Yo crecí con cuentos de hadas y eso me motivó a leer, pero en algún momento de la vida, todos tenemos que entender lo maravillosos que somos y que somos nuestros propios héroes.
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Cenicienta después de semejante chasco aprendió bien la lección. Al llegar a casa a las hemanastras la puso a trabajar, una de granjera y a la otra de lavandera. Su madrastra de la quema tampoco se libró que de la rueca el huso la enganchó.
En cuanto a la Cenicienta con el guardabosques se enrrolló que ya vio ella que los príncipes azules son cuentos para hadas.
😂😂🖐️
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🤣
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¡Que bueno! Me encanta jejeje. Aunque pensándolo bien, que príncipe mas torpe, no sabe reconocer a la mujer que lo cautivó.
Reitero lo dicho, me parece genial el giro que has dado a la historia.
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Gracias!!!
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Es que fue uno de los cuentos que marcaron mi infancia y hasta dónde llega me corta inteligencia a estas alturas de la historia qué es mi vida me siento engañado muchas gracias Maru por ponerme el espejo de la realidad delante de mí. No me extrañaría que el príncipe azul fuera Papá Pitufo.
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