(Beatriz Rivas)
A través de la escritura encontré la mejor manera de fabricar un nuevo entramado, de tejer con paciencia mi historia personal que, como todas las historias, es producto de la ficción creadora.”
Esta novela es la historia de una vida o tal vez el ensayo de una… de ficción. ¿No sería hermoso que tuviéramos un ensayo de vida? ¿La oportunidad de equivocarnos, aprender y después enmendar? Miles de preguntas se nos presentan mientras leemos las maravillosas frases que la prodigiosa Beatriz Rivas nos obsequia en Lo que no he dicho, la historia de una protagonista de ficción de nombre Irene, que lleva consigo las vidas y recuerdos de otras mujeres, incluyendo la autora.
Tiembla… y nos convertimos en ficción. En una ficción consciente de que para la vida no hay ensayos. Ni segundas oportunidades.”
Un terremoto sorprende a dos amantes debajo de las sábanas, trayendo consigo fisuras no solo en las edificaciones, sino también en el corazón, la mente y el alma de nuestra protagonista: un personaje de ficción tan real como lo son los buenos personajes.
Digamos que los terremotos de afuera, nos mueven todo por adentro.”
Y cuando el piso se mueve Irene se enfrenta entonces a la historia de su vida, entre realidades e imaginerías y como todos, al verse cara a cara con la muerte, a cuestionarse el valor de su existencia.
Sí: existen los recuerdos falsos.”
De manera magistral, Beatriz nos presenta la historia de vida de un personaje que es a la vez muchas mujeres y conocemos entonces del miedo, el valor, los amores y desamores que se enfrentan en una vida plena. La autora nos presenta a sus amigos, esos que son amores y que han salido de la historia demasiado pronto. Como en la vida, la muerte siempre está presente en estas páginas.
¿Con cuántos descalabros se construye una vida que valga la pena?”
En esta novela se conjuntan verdades e imaginerías, recuerdos de una vida que se construye con realidades y ficciones. ¿No sería interesante poder editar una vida como se hace con las letras de una novela? Irene nos relata su vida, con sus altas y bajas, sus arrepentimientos, sus miedos, sus sueños, sus aciertos y sus errores.
Por ejemplo, ahora sé que tal vez el amor sí tiene fecha de caducidad, en cambio, nuestra amistad no la tendrá nunca.”
El amor está presente en cada una de las páginas de esta novela: amor por los abuelos, por los padres, por los hijos, por las parejas (sí, se puede amar profunda e intensamente a más de una en diferentes momentos o a veces en los mismos), por las letras y por los amigos (es cierto que los amigos pueden ser los amores de una vida).
Siempre pensé que conocería al amor de mi vida en un museo o en algún aeropuerto.”
Irene es una mujer tan real como cualquiera de nosotras, que ama, que viaja y bebe whisky, que comparte experiencias con sus amores, que ríe, llora, comete errores y los enmienda, que duerme y escribe, que vive profundamente entre líneas y en las letras de una autora que le regala una vida construida con fragmentos de muchas.
La vida no se trata de hacer pares, pero sí tal vez de acumular recuerdos.”
Esta novela nos invita a escribir lo que no hemos contado, todo aquello que hemos vivido o que dejamos de vivir y los secretos que venimos arrastrando. Es una historia para reflexionar sobre los recuerdos reales y los imaginarios.
Yo quiero creer que nada va a suceder puesto que somos personajes de ficción…”
Un libro para recordarnos que el amor siempre está presente, a pesar de todo.
Soy amada todavía, lo sé, a pesar de la distancia, a pesar de la separación, a pesar…”