(Florencia Etcheves)
La historia cotiza más que el cuadro. La historia es la verdadera obra de arte.”
La fabulosa periodista y escritora argentina, Florencia Etcheves nos regala la historia de la cocinera de Frida, un personaje de ficción entrañable y exquisitamente delineado en una novela que nos lleva del Buenos Aires de la actualidad al México de los años 40’s, particularmente al barrio de Coyoacán. Florencia nos cuenta la historia de Nayeli, una niña tehuana que, como pocas, logra cambiar su suerte y emprende una aventura que la lleva a la Casa Azul, hogar de Frida Kahlo, sitio en el que nació, vivió y murió.
Mi abuela era experta en muertes ajenas.”
La vida de Nayeli transcurre entre los aromas de la cocina y los de las pinturas, que corren por las venas de la afamada artista. Con sus guisos, la cocinera obsequia vida a la artista, quien encuentra en la inocencia de su tehuanita los recuerdos de su feliz infancia.
La buena comida es una mezcla de sentidos, ninguno de ellos puede ser dejado de lado.”
Nayeli se convierte en espectadora de una historia de amor fuera de tiempo, de la pasión que apresaba a dos de los más grandes artistas que México ha dado: Diego Rivera y Frida Kahlo. Aquel amor que solo ellos pudieron inventarse fue como una de sus creaciones: monumental, mágico, surrealista y de otra época.
El amor feliz no tiene historia, y yo quiero que tú seas feliz y que tengas una historia.”
La argentina logra que el lector empatice de inmediato con su joven protagonista y que muy pronto se pregunte cómo el destino de la joven cocinera la llevará a tierras lejanas y a convertirse en la clave de un misterio que tendrá que ser resuelto por su nieta después de su muerte.
La sangre mexicana que corre por mis venas me había convertido desde pequeña en alguien que sabe contar historias, y las historias tienen principio, desarrollo y desenlace.”
Paloma, la nieta de Nayeli, será quien tenga que desentrañar los secretos del pasado de su abuela y quien se verá en medio de una intriga que mantendrá al lector al borde de la silla.
Le advirtió que dejar que Diego la pintara no era solo darle la carne a su arte. Era darle la carne a su cuerpo.”
Cada uno de los personajes de ficción construidos por la autora logra cautivar de inmediato destacando, aún mientras conviven con la pareja de artistas mexicanos que no requieren de más explicación. Etcheves, a través de su gran labor de investigación y de su increíble capacidad narrativa, logra presentarnos una historia de esas que solo Diego y Frida podían pintar.
Ellas no se mojaban, ellas se nutrían con el agua. Se dejaban penetrar, regar, hundir, mezclar. Ellas eran río, agua, cielo y sol.”
Me ha encantado, ¡muchas gracias Maru! Un abrazo enorme. 🙂
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